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El éxito académico asegura o no el éxito laboral

El éxito académico asegura o no el éxito laboral

Es muy controversial hablar de éxito académico. Muchos podrán decir que lo alcanzaron y eso conllevo a conseguir un buen empleo.

Pero esto no es necesariamente un axioma confiable.

Alumnos como John Gurdon, Premio Nobel de medicina en 2012, no llegaba a aprenderlas bases de biología, su maestro decía “Su rendimiento, sus resultados, son insatisfactorios. No asimila bien. Las notas donde apunta sus experimentos están rasgadas y confusas. A menudo se encuentra perdido, porque no escucha. Insiste en hacer las cosas a su manera. Me ha llegado la noticia de que quiere ser científico. En las circunstancias actuales, me parece algo ridículo…” En Eton School llegó a  sacó en una prueba una miserable puntuación de 2 sobre 50, nada de eso le impidió llegar a lo más alto en su carrera profesional.

Tenemos también a el profesor de Albert Einstein quien escribió: “Este chico no llegará nunca a ningún sitio”. Y no es necesario hablar de lo que el logró, lo paradójico es que él llegó a escribir dentro de sus célebres frases sobre el tema: “La educación es lo que queda después de que uno ha olvidado lo que aprendió en la escuela”.

En pleno siglo XXI, invadidos de corrientes pedagógicas de oriente y occidente, nos cuesta dejar el prejuicio de los que significa aprender, de los significa inteligencia, de lo que significa tener éxito.

Y es que, al llegar a la independencia o auto valimiento propio de la adultez, tomamos la decisión de ser exitosos o no, sin importar lo que vivimos antes.

Porque el éxito no es más que alcanzar una meta, de cualquier índole, que no tiene un camino detallado para llegar al él, basta construir estrategias de la manera más sencilla, utilizando nuestras potencialidades, para poder alcanzarla.

Muchas veces necesitamos pasar por terapias psicológicas para quitarnos las etiquetas que marcaron nuestra vida estudiantil y que nos colocaron en el camino incorrecto.

Nunca es tarde para llegar a reconocer nuestro potencial, sin importar si fuimos o no buenos estudiantes, si nos etiquetaron como flojos, o con alguna deficiencia orgánica que interrumpía nuestro aprendizaje, como dislexia, problemas de atención o de ansiedad.

Ojalá la visión del educador cambiase un poco, seamos capaces de abrir nuestras mentes. Porque la escuela nos da estructura y disciplina, necesaria para la vida. Pero no es la que conduce nuestro éxito.